El gordo y el flaco (28 Noviembre 2015)
Como ya he comentado otras veces, me gusta el rollito Montessori.
De un tiempo para acá, han llegado a mis oídos que algunos niños del cole se mofan de otros por su aspecto físico, y esto con 8 años, no es algo nuevo, yo misma lo sufrí en mi niñez, es por eso que se lo que se siente, las risas, los insultos, los desprecios, te daba cosa hasta comer en el desayuno. La Barbi de turno comiéndose media barra con Tulipan y chorizo y no pasaba nada, sacabas tú una triste manzanita porque tu madre te tenia siempre a dieta y tenias a tres riéndose, "mira la gorda mira la gorda"..
¿Y los juegos en los que había que formar dos equipos?, eso era lo peor, ibas viendo como escogían a los demás y tú te quedas para el final, eso si, a mi me elegían antes que a los otros tres gordos y a la fea con gafas jajaja, vaya equipo formábamos los 5.
Lo lleve medio bien, intentaba que no se me notara sabia que siempre se ataca al elemento mas debil y eso es algo que nunca he sido, pero mas de un compañero volvía a casa llorando y sin demasiadas ganas de volver al cole al día siguiente
Los niños pueden llegar a ser crueles, entre otras cosa por eso , porque son niños y no llegan a comprender que estén haciendo daño a un compañero, ellos simplemente piensan que es gracioso y que a los demás también se lo parece. Somos nosotros, sus padres los que debemos mostrarles que lo que para unos es divertido para otros puede ser un gran sufrimiento.
El arbolito se cría desde chiquitito.
¿Y porque os he contado todo esta historia?, primero porque no me gusta que los niños sufran por ese ni por ningun otro motivo y segundo porque me ha llegado este texto y la verdad es que me ha encantao, y quiero compartirlo con vosotros:
No hables con tu hija sobre su cuerpo, salvo para enseñarle cómo funciona.
No le digas nada si ha perdido peso; no le digas nada si ha subido de peso. Si crees que el cuerpo de tu hija se ve genial, no lo digas. He aquí algunas cosas que puedes decirle en su lugar:
“¡Te ves muy saludable!”, es una muy buena opción; también: “Te ves muy fuerte”, o quizá “Se nota que eres feliz: brillas”.
Mejor aún: halaga algo en ella que no tenga nada que ver con su cuerpo.
Tampoco hagas comentarios sobre el cuerpo de otras mujeres. No, ni uno solo, ni positivo ni negativo.
Enséñale a ser amable con los otros, pero también a ser amable consigo misma.
No te atrevas a hablar sobre cuánto odias tu cuerpo frente a tu hija, o a hablar sobre tu nueva dieta. Mejor aún, no hagas dieta frente a tu hija. Compra comida saludable, prepara comidas saludables, pero no digas “por una temporada no voy a comer carbohidratos”. Tu hija no debe de pensar que los carbohidratos son malos, porque sentir vergüenza por lo que comes solo se traduce en sentir vergüenza de ti misma.
Anima a tu hija a correr porque eso la hace sentirse menos estresada. Anímala a subir montañas porque no hay ningún lugar mejor para explorar su espiritualidad que la cima del universo. Anímala a surfear, a escalar paredes o a andar en bicicleta de montaña porque la atemoriza, y eso a veces es algo bueno.
Ayuda a tu hija a amar el fútbol, a remar o el hockey, porque los deportes hacen de ella una mejor líder y una mujer más segura de sí misma. Explícale que no importa qué edad tenga, nunca dejará de necesitar saber jugar bien en equipo, pero nunca le hagas jugar o practicar un deporte que no adore por completo.
Demuéstrale que las mujeres no necesitan de un hombre para mover muebles. Enséñale a cocinar, pásale la receta de tu mamá de ese pastel de café de Navidad, transmítele tu amor por pasar tiempo al aire libre.
Quizá tu hija y tú tengáis muslos gruesos o un tórax ancho. Es fácil odiar estas partes del cuerpo tan lejos de la talla cero. No lo hagas, dile a tu hija que, si quiere, con sus piernas puede correr una maratón, y que su pecho no es otra cosa que un buen estuche para cargar unos pulmones fuertes: puede gritar, puede cantar y puede levantar el mundo, si quiere.
*Recuérdale a tu hija que lo mejor que puede hacer con su cuerpo es usarlo para mover su hermosa alma.*
“Educación Montessori"
De un tiempo para acá, han llegado a mis oídos que algunos niños del cole se mofan de otros por su aspecto físico, y esto con 8 años, no es algo nuevo, yo misma lo sufrí en mi niñez, es por eso que se lo que se siente, las risas, los insultos, los desprecios, te daba cosa hasta comer en el desayuno. La Barbi de turno comiéndose media barra con Tulipan y chorizo y no pasaba nada, sacabas tú una triste manzanita porque tu madre te tenia siempre a dieta y tenias a tres riéndose, "mira la gorda mira la gorda"..
¿Y los juegos en los que había que formar dos equipos?, eso era lo peor, ibas viendo como escogían a los demás y tú te quedas para el final, eso si, a mi me elegían antes que a los otros tres gordos y a la fea con gafas jajaja, vaya equipo formábamos los 5.
Lo lleve medio bien, intentaba que no se me notara sabia que siempre se ataca al elemento mas debil y eso es algo que nunca he sido, pero mas de un compañero volvía a casa llorando y sin demasiadas ganas de volver al cole al día siguiente
Los niños pueden llegar a ser crueles, entre otras cosa por eso , porque son niños y no llegan a comprender que estén haciendo daño a un compañero, ellos simplemente piensan que es gracioso y que a los demás también se lo parece. Somos nosotros, sus padres los que debemos mostrarles que lo que para unos es divertido para otros puede ser un gran sufrimiento.
El arbolito se cría desde chiquitito.
¿Y porque os he contado todo esta historia?, primero porque no me gusta que los niños sufran por ese ni por ningun otro motivo y segundo porque me ha llegado este texto y la verdad es que me ha encantao, y quiero compartirlo con vosotros:
No hables con tu hija sobre su cuerpo, salvo para enseñarle cómo funciona.
No le digas nada si ha perdido peso; no le digas nada si ha subido de peso. Si crees que el cuerpo de tu hija se ve genial, no lo digas. He aquí algunas cosas que puedes decirle en su lugar:
“¡Te ves muy saludable!”, es una muy buena opción; también: “Te ves muy fuerte”, o quizá “Se nota que eres feliz: brillas”.
Mejor aún: halaga algo en ella que no tenga nada que ver con su cuerpo.
Tampoco hagas comentarios sobre el cuerpo de otras mujeres. No, ni uno solo, ni positivo ni negativo.
Enséñale a ser amable con los otros, pero también a ser amable consigo misma.
No te atrevas a hablar sobre cuánto odias tu cuerpo frente a tu hija, o a hablar sobre tu nueva dieta. Mejor aún, no hagas dieta frente a tu hija. Compra comida saludable, prepara comidas saludables, pero no digas “por una temporada no voy a comer carbohidratos”. Tu hija no debe de pensar que los carbohidratos son malos, porque sentir vergüenza por lo que comes solo se traduce en sentir vergüenza de ti misma.
Anima a tu hija a correr porque eso la hace sentirse menos estresada. Anímala a subir montañas porque no hay ningún lugar mejor para explorar su espiritualidad que la cima del universo. Anímala a surfear, a escalar paredes o a andar en bicicleta de montaña porque la atemoriza, y eso a veces es algo bueno.
Ayuda a tu hija a amar el fútbol, a remar o el hockey, porque los deportes hacen de ella una mejor líder y una mujer más segura de sí misma. Explícale que no importa qué edad tenga, nunca dejará de necesitar saber jugar bien en equipo, pero nunca le hagas jugar o practicar un deporte que no adore por completo.
Demuéstrale que las mujeres no necesitan de un hombre para mover muebles. Enséñale a cocinar, pásale la receta de tu mamá de ese pastel de café de Navidad, transmítele tu amor por pasar tiempo al aire libre.
Quizá tu hija y tú tengáis muslos gruesos o un tórax ancho. Es fácil odiar estas partes del cuerpo tan lejos de la talla cero. No lo hagas, dile a tu hija que, si quiere, con sus piernas puede correr una maratón, y que su pecho no es otra cosa que un buen estuche para cargar unos pulmones fuertes: puede gritar, puede cantar y puede levantar el mundo, si quiere.
*Recuérdale a tu hija que lo mejor que puede hacer con su cuerpo es usarlo para mover su hermosa alma.*
“Educación Montessori"
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